lunes, 13 de abril de 2020

Concilio Vaticano I

Concilio Vaticano I



¿Qué es el Concilio Vaticano I?

El concilio Vaticano I fue el primer concilio celebrado en la Ciudad del Vaticano, el vigésimo de la historia y el último concilio ecuménico del siglo XIX, inició sus sesiones el 8 de diciembre de 1869 y las terminó el 20 de octubre de 1870. Sesionó trescientos años después que el Concilio de Trento. Convocado por el papa Pío IX en 1869 para enfrentar al racionalismo y al galicanismo. En este Concilio se aprobó como dogma de fe la doctrina de la infalibilidad del papa. Se celebró́ en la Basílica de San Pedro en Roma. Participaron 774 padres conciliares, pertenecientes a treinta naciones. Fueron invitados los obispos ortodoxos y las Iglesias reformadas, pero unánimemente rechazaron la invitación.
Anteriormente, cinco comisiones habían redactado 51 temas, pero solamente dos llegaron a la aprobación definitiva: "De fide catholica" y "De Ecclesia Christi". El Vaticano I tuvo cuatro sesiones solemnes: la de apertura, la de juramento de los Padres, la que definió́ la constitución "Dei Filius" y la que también definió́ la constitución dogmática "Pastor Aeternus" sobre la Iglesia.







Sesiones del concilio
  • Primera Sesión: celebrada el 8 de diciembre de 1869 con el Decreto de apertura del concilio.
  • Segunda Sesión: celebrada el 6 de enero de 1870 con la Profesión de Fe.
  • Tercera Sesión: celebrada el 24 de abril de 1870 concluyendo con la aprobación de la Constitución Dogmática Dei Filius sobre la fe católica.
  • Cuarta Sesión: celebrada el 18 de julio de 1870 concluyendo con la aprobación de la Constitución Dogmática Pastor Aeternus sobre la Iglesia de Cristo que declara el dogma de la infalibilidad papal.


Antecedentes y convocatoria del concilio

El 6 de diciembre de 1864, dos días antes de la promulgación del Syllabus, Pío IX anunció en una sesión de la Congregación de Ritos su intención de convocar un concilio general. Pidió a los cardenales residentes en Roma que expresaran por escrito sus puntos de vista sobre la conveniencia de esto y para preparar una lista de temas que en su opinión deberían ser presentados al concilio para discusión. De los 21 reportes recibidos, sólo el del Cardenal Pertini expresó la opinión que no había razones para celebrar un concilio ecuménico.
Los otros reportes afirmaron la necesidad relativa de tal asamblea, pero 5 consideraron que no era el momento adecuado. Casi todos enviaron listas de preguntas que aparentemente requerían de discusión conciliar. A principios de marzo de 1865, el Papa nombró una comisión de 5 cardenales para discutir los temas preliminares relacionadas con el concilio. Esta fue la importante "Congregazione speziale direttrice per gli affari del futuro concilio generale", generalmente llamada la comisión preparatoria directriz, o la comisión central. Se agregaron otros 4 cardenales al grupo de sus miembros y, además de un secretario, se le asignaron 8 consultores.

Sin embargo, el papa aprovechó la presencia en Roma de casi 500 obispos que habían venido a participar la celebración del centenario, para hacer el primer anuncio público del concilio en un consistorio celebrado el 26 de junio de 1867. Los obispos jubilosamente expresaron su anuencia en un comunicado con fecha del primero de julio. Después del regreso del ejército francés protector el 30 de octubre de 1867, se vio factible la reanudación de los preparativos para el evento y la celebración del concilio mismo.

La comisión preparatoria entonces debatió exhaustivamente el asunto de quiénes deberían ser invitados a asistir al concilio. Era obvio que había que incluir a los cardenales y a los obispos diocesanos. También se decidió que los obispos titulares tenían el derecho de ser llamados y en cuanto a los dirigentes de las órdenes, se debería enviar una invitación a los abades nullius, los abades generales de congregaciones integradas por varios monasterios y finalmente, a los generales de las órdenes religiosas. Dada la situación política del momento, se consideró más conveniente no enviar una invitación formal a los príncipes católicos, pero con la intención de darles el pase a ellos o a sus representantes en cuanto lo solicitaran. Por lo tanto y con esta intención, se promulgó la Bula de Convocación "Æterni Patris" el 29 de junio de 1869; en ella se designó el 8 de diciembre de 1869 como la fecha para la apertura del concilio.

Preparación del Concilio

Mientras sucedía todo esto, continuaban celosamente en Roma los trabajos de preparación al concilio. Además de la dirección general que había ejercido, la comisión preparatoria tenía que preparar un exhaustivo orden de procedimientos que rigieran los debates del concilio. Cinco comités especiales, cada uno presidido por un cardenal y con la asistencia de un total de 88 consultores, prepararon el plan (schemata) a ser presentado al concilio. Estos comités fueron designados para considerar respectivamente: dogma, disciplina eclesiástica, órdenes, Iglesias y misiones Orientales y asuntos eclesiástico-políticos.

Además, los obispos de varios países habían enviado un gran número de temas a discutir. Por ejemplo, los obispos de las iglesias en las provincias de Quebec y Halifax demandaban el relajamiento de los impedimentos para el matrimonio, revisión del Breviario y sobre todo, la reforma y codificación de toda la ley canónica. La petición del Arzobispo Spalding de Baltimore, trataba entre otras cosas, las relaciones entre Iglesia y Estado, indiferencia religiosa, sociedades secretas y la infalibilidad papal. La definición de este último tema fue exigida por varios obispos. Otros deseaban una revisión del índice de libros prohibidos. No menos de nueve peticiones acompañadas con casi 200 firmas exigían la definición de la Asunción corporal de la Santísima Virgen. Más de 300 padres del concilio solicitaron la elevación de San José como santo patrono de la Iglesia Universal.


Papa Pio IX


La infalibilidad del Papa

Ya en los meses anteriores al inicio del concilio las discusiones sobre el tema de la infalibilidad se hicieron fuertes. Döllinger y Dupanloup​ se oponían abiertamente. Henry Maret desde la Sorbona hablaba de una infalibilidad del papa en unión con los obispos, etc. La preocupación de algunos sectores de la Iglesia católica creció cuando el 1 de febrero de 1869 la Civiltà Cattolica publicó un artículo en el que se mencionaba la posibilidad, deseada, de que la doctrina sobre la infalibilidad del papa fuera declarada por aclamación durante el concilio. Había oposición sea por considerar tal dogma inadmisible, 10​ sea por inoportuno, sea también porque una declaración en esos términos no podría explicar con la fineza teológica necesaria el alcance del dogma.

Desde 13 de mayo al 6 de junio se discutió sobre el documento completo sin llegar a ningún consenso aunque sí se lograra en relación al primado de jurisdicción. Los miembros de la comisión explicaron a los padres conciliares que el dogma de la infalibilidad se contenía en la reflexión sobre la Iglesia católica y que no era algo «personal» del papa sino en vistas a su función dentro de ella.​ Luego se comenzó a discutir, hasta el 13 de julio sobre cada parte del documento. El papa Pío IX manifestó a sus colaboradores que buscaba una definición extensa que no solo tuviera en cuenta las definiciones pontificias ex cathedra​ y contaba con el apoyo de jesuitas y del Card. Manning. Pero la asamblea conciliar se opuso a esto y se discutió solo si sería necesario el consenso explícito de los obispos para que una decisión papal fuera infalible. Finalmente el 13 de julio se votó la constitución. 

Los resultados fueron: 
  • 451 placet, 
  • 88 non placet, 
  • 62 placet iuxta modum, 
  • 50 no se presentaron.

Suspensión y Resultados del Concilio

Redactada la constitución "Pastor Aeternus", se procedió́ a una previa votación, el 13 de julio de 1870. De un total de 605 partidarios, 451 votaron a favor, 88 en contra y 66 "iuxta modum". En vista de este resultado y ante la grave inestabilidad política, 55 obispos, con permiso del papa, abandonaron Roma. Al día siguiente de la aprobación de la "Pastor Aeternus", el 19 de julio de 1870, estalló la guerra franco-prusiana y el 20 de septiembre del mismo año, los piamonteses ocuparon Roma. El concilio fue suspendido por Pío IX el 20 de octubre de 1870, después que se hubiera consumado la unión a Italia de los Estados Pontificios.

El resultado final fue positivo. Aquella definición eliminó de raíz el galicanismo, el febronianismo, el jansenismo y el ya lejano conciliarismo. Reforzó́ el Magisterio Papal, sobre todo en un momento en el que el papado perdía su poder temporal y en el que muchos pensaban que el pontificado romano estaba moribundo. La brusca interrupción del Concilio motivó el no examinar las relaciones de obispos y papa. Los esquemas preparados y no tratados fueron posteriormente muy útiles a los canonistas en la ulterior codificación del Nuevo Derecho Canónico.


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